21 de febrero de 2009

Chuzos de punta

“Tengo muy buenos ahorros, pero con la que está cayendo y sobre todo con la que dicen se nos viene encima, no pretenderá que gaste ni bromas” “Tenga en cuenta que el índice de morosidad se ha disparado y dicen que va ir a niveles nunca alcanzados, no pretenderá que le concedamos un crédito sin avalistas” “Con las cifras de desempleo actuales y la que dicen que podríamos alcanzar, usted podría ser un parado más, no pretenderá cambiarse de coche” “En la situación en que nos encontramos, pero sobre todo la que dicen que va a venir……..” Pongamos el foco en todo aquello que suscite que las cosas pueden acabar peor de lo imaginable y, al menos, conseguiremos que empeore. ¿Porque se le llama la gran depresión? Porque además de que la economía decrece, creemos que va a continuar así durante mucho tiempo y por tanto actuamos en consecuencia. El proceso se alimenta, al igual que la depresión clínica, por la búsqueda permanente de datos, hechos o, peor, simplemente opiniones que confirmen la creencia de que se mantendrá o empeorará en el futuro. La única diferencia, para peor, es que en la depresión individual los que están a nuestro alrededor nos muestran indicadores positivos y hechos que ayuden a mejorar nuestra percepción de la realidad. ¿Podemos imaginar un medio de comunicación dando actualmente noticias positivas? seguro que sería tachado de irresponsable. ¿Y hace tres años dando noticias negativas? ¿Sabemos cuáles eran los datos de parados y ocupados en el primer trimestre del 2006? Recordemos que era el periodo donde se ataban los “perros con longanizas”. Había 450 mil ocupados menos que hoy (si, menos) y dos millones de parados (si, dos millones, no doscientos mil). Como puede ser que haya tanta diferencia entre entonces y ahora; entre la abundancia y el fin de los tiempos; entre "el que no trabaja es porque no quiere" y el "todos vamos a acabar saliendo en patera". Es posible que España alcance los 4 millones de parados, lo cual es un drama, pero de momento lo es para los 3 millones actuales, como también lo era para los 2 millones que había en el 2006 (los invisibles). Está bien que nos solidaricemos con los de ahora, pero casi hubiera estado mejor que entonces, cuando nos dedicábamos a "atar con las longanizas", hubiéramos prestado cierta atención a los de la cola del paro. No obstante, la solidaridad "hablada" no es la respuesta, es "la ejercida", así que: Ocupémonos en aumentar nuestra productividad en el trabajo y mantener un nivel de consumo razonable. Ocupémonos en llevar a cabo nuestro proyecto empresarial y crear empleo. Ocupémonos en mantener todos los puestos de trabajo posibles. Y sobre todo, ocupémonos en equilibrar la información. No necesitamos que nos mientan, pero también existen datos positivos que como los negativos del 2006 son absolutamente invisibles. Actualmente se están creando empresas nuevas, se desarrollan nuevos yacimientos de empleo y hay sectores con crecimiento de dos dígitos. En definitiva, ocupémonos más y preocupémonos menos.

6 de febrero de 2009

Talento y Excelencia

Activar talento para encontrar la excelencia incluso en tiempos turbulentos: El modelo de excelencia organizacional de Thomas J. Peters y Robert H. Waterman Jr. Hoy vuelve a estar vigente la excelencia tal y como se refirieron Peters y Waterman contribuyendo con los estudios que realizaron y publicaron en 1982, en el libro cuya edición en español tiene el título: "En busca de la excelencia. Experiencias de las empresas mejor gestionadas de los Estados Unidos" (1984 y reciente reedición en editorial Nawtilus). Peters y Waterman desarrollaron un posible escenario acerca de la motivación y de toma de decisiones en ambientes de incertidumbre (de ahí su renovada actualidad), característicos del quehacer del líder en la empresa actual, no para fundamentar un concepto teórico de excelencia, ni siquiera una noción sistematizada de excelencia, sino una propuesta de excelencia, acotada en ocho principios de validez universal pero extraídos de su amplia investigación sobre las empresas más exitosas por su calidad de gestión y resultados entre las 500 empresas que lideraban el ranking de la revista Fortune de entonces en Estados Unidos. Los ocho principios que tenían en común estas empresas analizadas y que les llevaban a la excelencia empresarial son: OPTAR POR LA ACCIÓN: Predisposición para la acción. Las empresas son ‘lo que hacen’ no ‘lo que dicen’ incluso en un mundo de percepciones como el actual. ESCUCHAR AL CLIENTE: Acercamiento al cliente. Identificación de sus necesidades y deseos y adecuación de la oferta de productos y servicios a éstos. AUTONOMÍA: Espíritu empresarial. De todos los directivos, mandos y técnicos, en estructuras organizativas que incentivan y premian esta autonomía a través de procesos de liderazgo y delegación. ORIENTACIÓN AL CLIENTE INTERNO: Productividad por el personal, a través del desarrollo de la formación en competencias y habilidades, comunicación interna, motivación… VISIÓN, MISIÓN Y VALORES CLAROS: Compartiendo la visión empresarial y alineando la misión estratégica de las personas movilizando a la organización alrededor de un valor clave. ZAPATERO A TUS ZAPATOS: Mantenimiento de la destreza central.“Enfoque”, sobre el que Tom Peters desarrolló uno de sus libros de mayor fama y utilidad estratégica) ESTRUCTURA SIMPLE Y LIGERA: O lo que comenta Fernando en su interesante artículo ‘Músculo vs grasa’, vuelve la visión anticipada de los autores 25 años antes de la situación actual. Empresas con estructura simple y poco personal,(como ejemplo la de Warren Buffet, Berkshire, que cuenta con tan solo 75 profesionales) ADAPTABILIDAD AL ENTORNO: Flexibilidad y rigor simultáneos, capacidad de gestionar el cambio constante en busca de las oportunidades que la crisis proporciona a aquellas organizaciones que aprovechen para fortalecer sus activos humanos en estos tiempos revueltos. Como vemos, el artículo de Fernando Gil no es solo de lo más acertado, sino que viene avalado por la visión premonitoria de dos de los gurús del management más importantes de todos los tiempos. © Alfonso M. Viñuela. Director de Formactiva Gestión Eficaz del talento